La infausta noticia de que hace
varios años estamos colocamos como segundo país a nivel mundial con la mayor tasa
de muertes en accidentes de tránsito, lo cual debe llamarnos poderosamente la
atención, como Estado y como personas.
En cada accidente que se
produce hay pérdidas materiales y económicas, traumas emocionales, trastornos
físicos y puede haber fallecimientos
(Recordando que la vida no es renovable, al menos en nuestra existencia
terrenal).
Cada país que se acerca al
número uno en este ranking suma lágrimas, sufrimientos y luto a su población
por lo que hay que frenar ya, en esta triste marcha.
El gran reto está en ¿Cómo
frenar la marcha, que es de altas revoluciones por minutos en nuestro país?
Parece muy básica la interrogante pero como diría el saber popular ¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Quién asume de
manera seria y responsable el dar respuesta con hechos, aunque haya o no
teorías?
El país tiene un arsenal de
instituciones llamadas a intervenir en la regulación del tránsito dentro de las
cuales se encuentran la Oficina Técnica de Transporte Terrestre (OTTT), la
Oficina para el Reordenamiento del Tránsito (OPRET), la Autoridad Metropolitana
de Transporte (AMET), así como un marco legal establecido en la Ley 241 sobre
Tránsito Terrestre.
Sin embargo ser número 2, de
188 países, con mayor tasa de víctimas fatales en accidentes superando los 41
por mil, deja claro que la tarea de evitar los accidentes y los saldos de
pérdidas de vidas no se está haciendo correctamente pues nos estamos reprobando
con una muy baja calificación.
Ya es hora de echar una
mirada a aquellos países que en poco tiempo han logrado obtener buenos
resultados en el logro de la tarea y ver de qué modo se aplica, guardando las
diferencias culturales, de manera exitosa la experiencia en nuestra RD.
Lo que es indiscutible en
todo esto, es que el Estado no puede por sí sólo enfrentar este mal, si las
familias no asumimos la responsabilidad que nos toca para detener la marcha,
sin embargo no puede dejar de lado la tarea y hacer todos los esfuerzos
posibles.
Para ayudarnos todos a
reflexionar sobre si la tarea está bien hecha habría que preguntar:
¿Cuántas veces nos dijeron
en la escuela primaria y/o secundaria la importancia de respetar las leyes
incluyendo la de tránsito?, ¿Y en la universidad?, ¿Y en la junta de vecinos?,
¿Cuántas veces se sentaron mamá y papá a explicárnoslo?, ¿Cuántas veces en el
lugar donde trabajo impartieron una charla sobre respetar las normativas de la
ley de tránsito?, ¿Hay fondos disponibles en el sistema Nacional de Prevención,
Mitigación y Respuesta para el tema de la reducción de accidentes?, ¿Qué tan
amplio es el programa educativo de las instituciones vinculadas al ordenamiento
del tránsito?, ¿Dónde está disponible la Ley 241 impresa a muy bajo costo?…
Más allá de sus propias
conclusiones al responder esas preguntas y otras que se puedan formular hay que
hacer conciencia de que para que disminuyan los accidentes con víctimas
fatales, los heridos y las pérdidas hay que acoger, interiorizar y respetar las
normas establecidas para el tránsito…
Hay que frenar y es, ¡ya!
Ing. Fausto Estevez
Especialista en Gestión de Riesgos a Desastres