Ayer Sábado 20, cuando llegué a la casa del extinto Pedro Suárez, en la laboriosa, histórica e inolvidable comunidad de Yaiba, compungido por la muerte de un ciudadano ilustre y ejemplar como él, me vi forzado a controlar mis sentimientos nostálgicos para que por mis mejillas y el rostro no corrieran voluminosas lágrimas, para así evitar agravar la melancolía¹al observar tan golpeado por esa realidad que nunca queremos que llegue a nuestros seres queridos, a un ser con quien mantenemos una hermandad como lo es Pedritín Suárez.
Me gusta solidarizarse con mis amigos cuando se presentan estos eventos tan difíciles en la vida porque entiendo que es un deber y jamás he visto un hijo (hombre) expresar su sentimiento con la magnitud con la cual lo hizo Pedritín a su padre.
Sabemos de la forma en que Pedritín trató a su padre Pedro, a quien si lo hubiera querido hubiese resido en cualquier otro lugar diferente a Yaiba, en medio de las más sólidas comodidades a pesar de disfrutarlas a su gusto en Yaiba, lugar de donde siempre me decía le era difícil desvincularse o dejar de vivir en ella.
Pedro Suárez sin tener título universitario ni fortuna material para poder recibir el epígrafe de ciudadano ilustre y ejemplar, para lo cual hay quienes no comprenden que para tenerlo sólo basta ser honesto, laborioso, armonioso y buena convivencia con sus congéneres, valores que poseyó y dejó como testimonio, ascendió al Paraíso, incólume de ofensas y obscenidades a sus comunitarios.
Algo que debo destacar en Pedritin es su gran humildad y sinceridad hasta consigo mismo, pues su elevada fe en Dios y conocimiento íntegro de la vida y condiciones en que sus padres lo tuvieron adjunto a los demás, le dio suficiente valor y energia para resaltar las acrisoladas virtudes de su progenitor y sin avergonzarse como sucede en otros cuando mueren sus padres que por el salto socioeconòmico y la posición que ostentan o han tenido entienden se denigran a desnudar la realidad del pasado, él lo hizo con tanto amor, sinceridad y elegancia que debemos adimilar tan significativa lección.
Mi solidaridad con Pedritín y que el Todopoderoso le inyecte suficiente fortaleza, energía y salud para que pueda resistir tan dura embestida del destino y la Ley Natural de la Vida, cuya herida irá cicatrizando en la medida en que la solidaridad estén a su lado.
Me dio ánimo ver nuestros hermanos Amado, Chichío, Abraham y esposa, Chiquelo Ruiz, así como también la bella Princesa de Mónaco Maria Antonia Disla Rosario Camilo y Rosa.
El Sábado 27 de los corrientes habrá un culto en la casa de Pedro en Yaiba, donde esperamos Dios nos permita estar acompañando a Pedritín.
Creo en la solidaridad porque sólo estoy bien si el que está a mi lado también lo está, porque la solidaridad es un valor que siempre suma para el bien de la sociedad.
Pedritín viene de un hogar humilde donde la mayor riqueza es el amor y por esos hermosos y ricos valores que les inculcaron Pedro y Doña Rosa no fue necesario aplicarles las leyes hogareñas porque como bien lo dijo Aristóteles:"Donde reina el amor sobran las leyes".
E.P.D. mi amigo y coterráneo Pedro Suárez
y siéntase orgulloso mi hermano Pedritín por haber tenido un padre de esa estirpe y podría ser suficiente para con la mayor autoridad expresar que su padre fue ilustre, ejemplar, digno, cívico, creyendo, armonioso, pulcro, inteligente porque se abrazó a la forma más honorable y digna para vivir y criar su familia: "el trabajo y ganarse el pan con el sudor de su frente".
Fuertes abrazos y el Señor lo bendiga adjunto su familia.
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